Puede que lleves una vida normal, plena y hasta feliz. Dispones de aquello que día a día te ayuda a mantener una existencia normal sin excesivas preocupaciones… sin embargo, hay algo que emerge de pronto en esos momentos en que te miras al espejo. En que te detienes y echas esa mirada hacia el interior de ti mismo. Hay algo que falla, algo que te embarga y te envuelve con una sensación a medio camino entre la tristeza y la desesperación.
Es un vacío. En ocasiones tiene la forma de la frustración, el relieve de todo aquello que deseabas haber hecho o conseguido y que, por la razón que fuera nunca pudo ser. También suele ocurrir que dicho abismo en el corazón tenga la silueta de algo o alguien que perdiste, pero también, y es algo innegable, dicho hueco responde a un vacío existencial que es difícil traducir en palabras. ¿Es esto lo que la vida guardaba para mí? ¿Es esto todo lo que de verdad quería para mí, o me espera algo más a la vuelta de la esquina? ¿Qué sentido tiene en realidad esa dimensión a la que llamamos “vida”?
UN VACÍO EN EL CORAZÓN, UN PROBLEMA ACTUAL
Puede que al escuchar la palabra “vacío existencial”, pienses en esas personas que emprenden viajes de auto-realización a la India para encontrar respuestas a esos espíritus inquietos. A esas personalidades que buscan nuevas experiencias que den un contexto a sus necesidades personales y emocionales.
Pero la dimensión del tema va más allá. Es un problema emocional e incluso una auténtica crisis de valores donde de pronto, todo empieza a cuestionarse. Anteriormente dábamos el ejemplo de personas que, pueden estar llevando una vida aparentemente normal, hasta que un día, puede surgir un desencadenante que empiece a poner en tela de juicio esa existencia plácida. Puede que pierdas a alguien querido y te surjan esas preguntas sobre el sentido de la vida, sobre el por qué solo somos breves pasajeros en una vida en ocasiones demasiado breve.
El vacío en el corazón puede además llevar el nombre de esa relación afectiva que no pudiste conservar o que, simplemente, te hizo demasiado daño como para volver a cicatrizar. Son estados que pueden convertirse en un ansia punzante y dolorosa. Nos sentimos a la deriva, perdidos en una realidad que carece sin sentido. Como en un libro sin letras.
Su perspectiva teórica se basaba en la idea de que las personas, necesitamos de una motivación diaria, de una especie de “voluntad de sentido” y una fe hacia un futuro mejor donde comprometernos en algún propósito. Si nos sentimos útiles y motivados, avanzamos en esa transcendencia vital lejos del vacío, lejos del abismo del sin saber existencial.
El sentido es lo que cada ser humano busca. Hay personas, que por ejemplo, no tienen claro cuál es el propósito que las motiva, lo olvidaron en el pasado cuando por ejemplo, sufrieron esa pérdida, ese abandono. Esa traición o ese “sin saber”. Cumplen con su trabajo, con la familia, con los amigos dejándose llevar por el piloto automático… pero algo falla.
¿Qué podemos hacer?,debemos buscar el auto conocimiento, la expresividad y la creatividad, debemos saber qué valores son los que nos identifican. Es esencial que encontremos algo por lo que motivarnos cada día, ser valientes, saber sonreír, aportar felicidad a quienes nos rodean. Y seguir creciendo como personas. Apuesta por las cosas sencillas, sé humilde. La felicidad se esconde en las cosas más básicas y elementales.
Si tienes miedo, no avanzas. Si tienes dudas busca las respuestas en ti mismo. Motivarte, transforma tu realidad dejando a un lado la angustia. El viaje para salir de ese vacío en tu corazón, puede ser una aventura que merezca la pena vivir con toda la intensidad.